Pizzerías porteñas: Las Cuartetas, un ícono de la Ciudad

Parada obligada si estás por microcentro, conocé la historia de un emblema de Buenos Aires

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Las pizzerías porteñas son totalmente diferentes a las de cualquier parte del mundo: el sabor de la pizza al molde, la atención de los mozos de antaño y el mostrador para comer de parado una “muzza” con fainá hacen de ellas un lugar particular.

Si de pizzerías porteñas hablamos, Las Cuartetas, es una de las más emblemáticas y merece un capítulo aparte. A pocos metros del Obelisco, es una parada obligada para aquellos que salen de los teatros de la avenida Corrientes y una excelente opción para comer al paso durante el mediodía en el microcentro.

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La pizzería fue inaugurada por los españoles Luis Urcola y José Espinach en 1932, aunque recién en 1936 fue bautizada con su  nombre actual. Cuenta la leyenda urbana que el poeta Alberto Vacarezza solía ir por las tardes a escribir sus cuartetas y que por eso los visitantes comenzaron a nombrar al local como “la casa de las cuartetas”.

En sus comienzos, la pizzería estaba en la esquina de Corrientes y Libertad y a los pocos años se trasladó a su dirección actual, Corrientes 838, en el barrio de San Nicolás y sus dueños originales se retiraron del negocio en 1957.

Con el tiempo no sólo cambiaron los dueños y la ubicación. Al principio sólo se ofrecía pizza de anchoas, napolitana y de mozzarella, mientras que hoy se puede disfrutar de una amplia variedad de sabores entre los que se incluye anchoas con mozzarella, verdura con salsa blanca, calabresa, fugazzeta y palmitos, son algunas de las más pedidas.

Aunque venden pizza a la piedra o media masa, la clásica es al molde y sea del sabor que sea, se caracteriza por la abundancia de ingredientes. Las Cuartetas ofrece pizza por porción, una buena oportunidad para probar un poco de todo: un imperdible, la fugazzeta rellena y la faina. De postre, la sopa inglesa (bizcochuelo de vainilla, relleno con crema y humedecida con moscato).

Crédito: Facebook/LasCuartetas

La pizzería cuenta con dos amplios salones donde los comensales son atendidos por los mozos. Pero quienes deseen comer al paso pueden buscar sus porciones por el mostrador y sentarse en las pequeñas mesas de mármol de los costados.

Una buena opción para comer rico, al paso y a buen precio, disfrutando de un clásico de Buenos Aires.